Trabajaban en la construcción de un edificio, un estadounidense, un italiano y un tontilandés.
De almuerzo, el yanqui siempre llevaba hamburguesas, y ya estaba tan enfadado que aseguró:
"Si para mañana vuelvo a encontrar hamburguesas para almorzar, me suicido tirándome del edificio".
El italiano invariablemente llevaba espagueti de almuerzo, entonces dijo lo mismo que el yanqui; al tontilandés le sucedió lo mismo con su sándwich de crema de cacahuate.
Como al siguiente día, los tres llevaron para almorzar lo mismo de siempre, los tres se suicidaron.
Ya en el velorio, las esposas de ellos se encuentran platicando:
La estadounidense, lloriqueando, dice:
"Fue mi culpa, por prepararle siempre hamburguesas.
Entre suspiros, la italiana asegura:
"Fue mi culpa, por siempre prepararle espagueti para el almuerzo".
Y la esposa del tontilandés, con voz entrecortada, se lamenta:
"¡Ay, mi marido siempre se preparaba su almuerzo!"
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